Mariana Aylwin cuenta que había optado por retirarse del debate público, hasta que a principios del segundo gobierno de Bachelet conoció el proyecto de reforma educacional. Lo criticó duramente, y como hija del primer presidente de la transición, su opinión no pasó inadvertida. Y una cosa llevó a la otra. Hoy, es una de las figuras mejor evaluadas de la DC y muchos la ven como una posible carta presidencial, aunque ella piensa que no es el momento para definiciones personales.
-Jorge Errázuriz, de Ciudadanos, dijo que le gustaría apoyar a Mariana Aylwin si se animara a ser candidata presidencial. También lo ha dicho Andrés Velasco. ¿Por qué no se anima?
-Vengo de una escuela en que ser candidato presidencial no es un tema de animarse o no.
-¿O de estar dispuesto, como dijo Ignacio Walker?
-A veces hay gente que está disponible con demasiada facilidad… No me refiero a Ignacio, pero un candidato a la presidencia requiere respaldo de partidos (por eso Lagos lo busca), un propósito y visión común. Es un proyecto colectivo, no personal. No veo que exista ese proyecto colectivo en este momento.
-¿Pero le atrae algo la idea? ¿No siente cierta tentación por el apellido que lleva?
-Todo lo contrario.
-¿Sería como ir al cadalso?
-No, pero le tengo mucho respeto a ser presidente. Por otra parte, me cargan las dinastías. No siento sobre mis hombros el peso de tener que ser candidata por ser hija de mi padre.
Cero autocrítica en Palacio
Por estos días, Mariana Aylwin tiene una agenda intensa. Aparte de ser directora de la Corporación Aprender (que administra dos colegios sin fines de lucro, en La Pintana y Lo Espejo), como presidenta de la Fundación Oportunidad estuvo la semana pasada en Paihuano, en Elqui, donde apoya un programa de inglés para niños de la zona; luego fue a Buenos Aires para participar en un seminario internacional; y planea el lanzamiento de la Fundación Patricio Aylwin, el 24 de noviembre.
“Apoyar a Lagos cuando Máximo Pacheco dice que va a ser la continuidad de las reformas de este gobierno, perdón, pero en eso yo no quiero estar”.
La dirigirá Miguel Aylwin, hijo del fallecido presidente, y estará ubicada en calle Arturo Medina. Contendrá un archivo de cartas, documentos y prensa del ex mandatario, que recorre, entre otros, el período de la Unidad Popular, la dictadura y la transición. Un tesoro para investigadores.
Todo eso, sin mencionar que acaba de renunciar al Core para una candidatura al Senado, que aún no tiene domicilio. “No he hecho encuestas, pero he ido al norte y es una posibilidad”, concede. “He conversado con gente de distintas regiones. Ahora que hay un 40% de cuota para mujeres se abren más posibilidades, pero ningún distrito es fácil. Tampoco es una decisión que quiera tomar sola, sino más bien en conjunto con el partido y con otras personas que hemos decidido jugarnos por el Parlamento, como Jorge Burgos y Soledad Alvear. Planteamos una tesis política: desde el Senado se puede contribuir a la gobernabilidad, sea quien sea que gane la presidencia”.
Cuando nos reunimos en su oficina del centro, frente a la ruidosa calle Miraflores, aún no se concretaba el cambio de gabinete, pero ella pensaba que debían salir los ministros del comité político, es decir, Nicolás Eyzaguirre, de Segpres, y su camarada Mario Fernández, de Interior. Luego de conocerse que el cambio no incluyó a ninguno de los dos, no pudo ocultar cierta decepción.
“Primero que todo, valoro que el gobierno no cediera en el 3,2% de reajuste para el sector público”, comentó. “La presidenta respaldó al ministro de Hacienda y me parece un acto de responsabilidad política en un contexto de mucho pesimismo. El gobierno cumplió una función principal, que es cuidar las finanzas. Dicho eso, creo que el cambio de gabinete es más de lo mismo. Si uno quiere cambiar la conducción política, debe sacar a los ministros que la lideran. Sin perjuicio de que las personas me merecen respeto, es un signo de que todo va a seguir igual. Es como consolidar que el gobierno está concluido”.
Antes de eso, durante la entrevista con Capital, Aylwin se refirió al escenario político; se mostró muy crítica de la opción de Alejandro Guillier y cuestionó a la izquierda de la Nueva Mayoría, a la que tildó de conservadora.
-¿Falta autocrítica en La Moneda?
-Hasta el momento no la ha hecho. Incluso es paradójico: la misma presidenta en su entrevista con revista Capital no da cuenta de que hubo una derrota política en la elección municipal, sino más bien siente que fue un triunfo. Es difícil de comprender.
-¿Cómo evalúa la gestión de Carolina Goic al mando del partido? ¿Ha sido zigzagueante?
-Comparto que la DC diga: tenemos que fijar una nueva forma de coordinación política y cuáles van a ser las prioridades, pero desgraciadamente hemos visto que la coordinación está peor que antes y que las prioridades todavía no se fijan. No comparto que diga que con la DC no se juega, porque siento que el problema que ha tenido el partido es que hemos sido nosotros los que no nos hemos jugado desde nuestra identidad al interior de la Nueva Mayoría (NM). En definitiva, el PC, que tiene menos parlamentarios que nosotros, menos ministros, menos funcionarios, ha influido más en las tendencias de este gobierno que lo que ha influido la DC.
-Al leer declaraciones de algunos dirigentes, pareciera que la DC se victimizara, siendo que han sido parte importante del gobierno.
-No somos víctimas de este gobierno. Siento que mucha de la responsabilidad es nuestra, pero hay un problema de origen: cuando fue la candidatura de Claudio Orrego en las primarias, salimos terceros. Hubo muchos democratacristianos que, como Bachelet estaba tan bien en las encuestas, se pusieron bajo su sombra. Y claro, cuando alguien arrasa, después pone las reglas del juego. La DC, efectivamente, ejerció poca influencia al interior de la discusión programática. De alguna manera, creo que no hubo ni la conciencia política de la presidenta, ni de la DC, para reconfigurar la agenda que había ganado.
-Es difícil de creer que no hayan leído el programa…
-Los democratacristianos estaban apurados por colocarse. Tenemos que hacer un tremendo mea culpa en ese sentido. Por otra parte, a la presidenta le faltó sensibilidad para entender que ésta era una alianza de centroizquierda, y no sólo de izquierda. Y que el gobierno iba a tener problemas si nosotros no estábamos bien incorporados desde nuestra identidad. No como un acompañante molesto.
-La DC perdió 350 mil votos en alcaldes. ¿Es una debacle?
-No, las debacles no existen en política. Pero sí fue una dura derrota y creo que tenemos que hacer un ejercicio de ver qué le vamos a ofrecer al país a futuro, en qué alianza, con quiénes. Lo que no podemos hacer, y espero que en eso haya acuerdo, es repetir la experiencia de una Nueva Mayoría que ha fracasado.
-La Moneda ha tenido muchos problemas para manejar la agenda, ¿ha habido deslealtad en la coalición o es el gobierno el que se ha conducido desastrosamente?
-Ha habido impericia del gobierno e indisciplina de los parlamentarios, y eso tiene que ver con la pérdida de apoyo del gobierno y de la presidenta. A mí me indigna que parlamentarios DC hayan votado en un momento contra el reajuste del sector público. Me indigna más que lo hagan los comunistas. De los comunistas me lo espero, pero los DC no pueden tener un comportamiento así.
-¿Acaso no es parte de la deliberación política?
-¡Estamos hablando de la gobernabilidad del país, de la democracia! Una gran diferencia entre la DC y los comunistas, tiene que ver con cómo entendemos la gobernabilidad (golpea la mesa). Ellos entienden que el movimiento social fija la agenda y dice lo que hay que hacer. Nosotros entendemos que hay instituciones democráticas, que procesan la agenda social, que se hacen cargo de ella, pero que tienen una responsabilidad de velar por el bien común, y no sólo por los intereses da cada movimiento que surge.
-Se ha criticado mucho al comité político, ¿cree que Fernández, que es de su partido, no dio el ancho?
-O sea, funciona muy mal. Uno ve con mucho más poder al subsecretario del Interior, que al ministro del Interior.
-Usted votó por Bachelet. ¿En qué momento se quebró su apoyo?
-Voté por ella y por la NM. Pero fui absolutamente crítica desde el primer día cuando se presentó el proyecto de ley de educación… el tema de fondo de mi discrepancia tiene que ver con la retroexcavadora, con el concepto de que el programa era un dogma. Uno veía que era inviable cumplir la gratuidad universal, incluso hasta el 70%. En medio de la borrachera por la victoria electoral, se pensó que en estos cuatro años había que arrasar y había que hacer todo de nuevo, porque era una oportunidad para cambiar al país. Los países no se cambian en cuatro años, tampoco sin diálogo. No se cambian con leyes improvisadas, no se cambian con confrontación. Lo que tenemos hoy es un país mucho más confrontado, más desunido, más desordenado, mucho más ingobernable y estancado económicamente.
-La tesis de la NM era combatir la desigualdad precisamente para dar gobernabilidad.
-Las desigualdades hoy son distintas a las de antes. En 1997, el 48% egresaba de la educación media, hoy lo hace el 80%. Se masificó la educación superior y ahora tenemos una gran diferencia en la calidad. Teníamos 500 mil estudiantes el año 2000, y hoy son 1 millón 200 mil. Por supuesto que hay que hacer regulaciones, pero la gran reforma es cómo se enseña y cómo se aprende. Estamos a años luz de lo que están haciendo los países que están a la punta en educación. Hemos perdido cuatro años reemplazando plata pública por plata privada, y cambiando una institucionalidad completa. Si hubiéramos hecho reformas graduales, nos habría ido mucho mejor.
-¿Hoy se siente opositora?
-A ver: respaldo al ministro de Hacienda y la posición del gobierno frente al reajuste del sector público. Por un motivo muy simple: cualquier gobierno, de izquierda o de derecha, tiene que cuidar la política fiscal, porque si el gobierno cede es pan para hoy, hambre para mañana. Los que somos mayores vivimos la experiencia de aceptar reajustes del sector público muy fácilmente y sufrir la inflación disparada y crónica durante años.
-¿Se refiere a la UP?
-No sólo en la UP. Pinochet entregó el gobierno a la Concertación con más de un 20% de inflación.
“Guillier viene del periodismo, que no son movimientos ciudadanos. Yo nunca lo vi en ningún movimiento ciudadano durante la dictadura”.
-Si la CEP le preguntara: ¿aprueba o desaprueba al gobierno?
-La CEP por suerte pone un cuadradito grande, yo le pondría un 4 o un 3,5 a este gobierno.
Buscando el centro
-Hablando de las perspectivas del centro político, ¿le gustaría formar una alianza con Ciudadanos de Andrés Velasco?
-Hay que ampliar el centro y hay un espacio para eso. Si Ciudadanos se inscribe como partido, debiera ser un aliado natural de la DC. Me cuesta entender que en la DC haya sectores a los cuales no les cuesta nada aliarse con el PC, y les costaría un mundo hacerlo con Ciudadanos.
-¿No quiere nada con los comunistas?
-Mi problema no son los comunistas, es la influencia que tiene el pensamiento más radical y –voy a usar esa palabra– más conservador de la izquierda en la NM, porque de alguna manera es una izquierda sesentera, que pone toda su confianza en el Estado, en los movimientos sociales… La izquierda moderna, progresista, es profundamente democrática. Echo de menos un renacer de una socialdemocracia. Creo que la DC, la socialdemocracia y el mundo liberal pueden hacer acuerdos políticos amplios que permitan darle gobernabilidad al país.
-¿Si la DC apoya a Guillier se saldría del partido?
-Yo no apoyaría a Guillier, por lo tanto, me tendría que ir para mi casa o salirme del partido.
-¿Bajo ningún contexto lo apoyaría?
-Hay cosas que para mí son importantes. Uno, yo no creo en una primaria de la Nueva Mayoría, porque eso significa una NM 2.0, y yo no quiero para un próximo gobierno la continuidad de la NM. Quiero un proyecto político nuevo, que puede ser una alianza de centroizquierda, y puede ser amplia, pero tiene que ampliarse más al centro. En segundo lugar, tampoco quiero quedarme amarrada a votar por un candidato por el cual no estoy dispuesta a votar. Yo me voy a jugar con otros para que la DC no vaya a una primaria dentro de la NM. Porque tenemos la experiencia de lo que nos pasó con Claudio Orrego, y para los que participamos lealmente en esa campaña fue bastante traumático.
-¿Cree que Guillier representa un peligro populista? ¿Puede expresar en cierta forma, como planteó Carlos Peña, lo que fue el fenómeno Trump?
-Trump es inimitable, tengo la peor impresión de su persona. No compararía jamás a Guillier con él. Tengo una buena impresión de Guillier, pero no votaría por él. No basta la popularidad para ser presidente de la República, se requiere liderazgo, ideas, visión de país, y no veo ninguna de esas tres cosas en Guillier. Veo popularidad, pero no otras características que para mí son muy esenciales a la hora de elegir quién va a encabezar el gobierno de un país.
-¿Qué le parece su actuación en el caso Calvo?
-Soy crítica tanto de eso como de que haya publicitado isapres. Ahora, a ningún político le pueden mirar su pasado y salir impecable. Pero el tema del juez Calvo lo encuentro muy complicado. A una persona que la liquidaron poniéndole una cámara oculta, en algo que tiene que ver con su vida privada. A Guillier le faltó consistencia como para defender valores superiores, el valor de la dignidad humana.
-Y cuando dice que viene de los movimientos ciudadanos, no de la política, ¿le cree?
-Él viene del periodismo, que no son movimientos ciudadanos. Yo nunca lo vi en ningún movimiento ciudadano durante la dictadura. Sí fue un periodista valioso, inteligente, pero eso es muy distinto a venir de los movimientos ciudadanos.
-¿Lo de las isapres fue un error?
-Me parece un error si él no cree en las isapres. Ése es el punto. Si no cree en ellas, que no participe en un comercial apoyándolas.
La opción Lagos y la Nueva Mayoría
-Matías Walker dijo que Lagos no sólo no prendió (algo que antes dijo Ignacio), sino que no representa a la DC.
-A mí no me gusta esa descalificación, porque tengo un enorme respeto por el presidente Lagos. Creo que representa lo mejor de la tradición republicana chilena, y además tiene un pensamiento y una visión de futuro que no he visto en ninguno de los demás candidatos. No obstante, está cometiendo un error al estar tan dedicado a buscar acuerdos en la izquierda y no presentar una candidatura mirando más hacia la gente.
“El comité político de La Moneda funciona muy mal. Uno ve con mucho más poder al subsecretario del Interior, que al ministro del Interior”.
-Si la llamara a participar en su comando, ¿aceptaría?
-Ésa no es una decisión personal. Aquí la Democracia Cristiana tiene un cronograma, va a tomar decisiones y veremos qué posiciones son las que triunfan, y ahí uno verá si participa o no. Hay que conversar con Lagos y no me molesta que se converse con Guillier, pero sumarse a una candidatura antes de que la DC tome une decisión no es correcto.
-Burgos ha planteado más bien la posibilidad de apoyar a Lagos.
-Yo no descarto la posibilidad de Lagos, pero creo que previamente tenemos que ser lo suficientemente fuertes para influir en lo que él diga. Apoyar a Lagos cuando Máximo Pacheco dice que va a ser la continuidad de las reformas de este gobierno, perdón, pero en eso yo no quiero estar. Ése es mi punto. Falta camino que recorrer y que la DC sea capaz de estar unida y poner los puntos sobre la mesa, sobre los cuales quiere influir. A mi modo de ver son: cómo entendemos la democracia (porque tenemos problemas en cómo la estamos entendiendo hoy). En segundo lugar, cómo valoramos el crecimiento económico y en tercer lugar, cómo enfrentamos políticas sociales innovadoras que no sólo sean control y más control del Estado.
-¿La Nueva Mayoría es un muerto caminando?
-La NM frustró las expectativas de la gente. Tiene un bajo apoyo ciudadano. Es irreal pretender su continuidad como si no hubiese pasado nada. Es más, la NM va a una derrota segura. Incluso con Guillier.
-Si la DC se mantiene en la coalición tal cual está hoy, ¿usted formaría un nuevo referente fuera del partido? ¿Buscaría alianzas con la derecha y, dado el caso, llegaría a votar por Piñera?
-Aunque me tilden de derechista, me costaría muchísimo votar por la derecha, nunca lo he hecho, pero la verdad es que nosotros lo que tenemos que hacer es un esfuerzo por generar una propuesta que nos interprete y podamos estar detrás. Y si eso no ocurre y uno pierde en esa batalla, bueno, ahí tendrá uno que evaluar qué hace.
-En ese sentido, ¿qué tan fuerte es la posibilidad de que intente llegar a la presidencia del partido?
-Es una posibilidad, pero si Carolina Goic, que ha dicho que quiere ir a la reelección, hace planteamientos similares a los que tenemos un grupo de gente que queremos influir en la orientación del partido, y a mí me representara, obviamente que no tendría por qué ir a competir. Pero si se toman posiciones muy distantes de ésta que he planteado, debiéramos hacer nuestra propuesta y ver lo que pasa con las bases.
-Para entender bien, ¿su idea es ir a primera vuelta con un DC?
-Sobre todo me importa que llevemos una lista parlamentaria propia. El tema del candidato es complicado, por lo que nos pasó antes. Si hay uno muy fuerte, y no toda la DC se alinea detrás de él, debilita mucho su opción. Eso nos pasó con Soledad Alvear y con Claudio Orrego. Si el partido quiere llevar un candidato, tiene que estar unido entero detrás.
-¿Alcanzó a conversar con su padre sobre el escenario político?
-Mi papá ya estaba muy despegado de la contingencia, pero muchas veces me decía, estoy preocupado, veo que hay mucha pelea… Pero él quería mucho a Michelle Bachelet. Ella fue siempre muy generosa y muy gentil con él.
-Fuera del tema personal, ¿políticamente cómo calificaría esta segunda administración?
-Éste ha sido un mal gobierno.
-Resumiendo, ¿usted no volvería a votar por la NM?
-Yo por la Nueva Mayoría como la hemos conocido no voy a votar. Voy a engrosar el 65%.
FUENTE: Revista Capital.cl ; Ver acá