El ex ministro de Hacienda Andrés Velasco, afirma que la reforma laboral es engorrosa, que los pactos de adaptabilidad para incorporar a mujeres y a jóvenes quedaron en el limbo, justo cuando la cesantía está subiendo.
Andrés Velasco Brañes viene llegando de Valdivia, a donde fue para recolectar firmas para el movimiento Ciudadanos, que lidera. Es parte de sus actividades, dos a tres veces por semana visita las regiones. Paralelamente, mantiene actividades a nivel internacional. Estuvo en Londres días antes del Brexit y a mediados de junio participó en el World Economic Forum de Medellín, en el foro llamado “Un nuevo modelo de crecimiento para Latinoamérica”, y en dos semanas viajará a Montana, EE.UU., donde participará en el evento anual Google Ideas, en el cual 50 profesionales invitados de todo el mundo – economistas, científicos, artistas, académicos y políticos- discuten acerca de los cambios que vienen.
Precisamente, el futuro es uno de los tópicos que más le preocupan del acontecer nacional. Los efectos de la reforma laboral, el enfoque de la reforma educacional y el curso que pueda darse a los cambios constitucionales están bajo la mirada del economista y ex ministro de Hacienda, durante el primer período de Michelle Bachelet. En ese cargo le tocó enfrentar la crisis financiera global de los años 2008-2009, ante la cual salió rápidamente a inyectar liquidez al sistema financiero local, e hizo uso de ahorros fiscales para apuntalar la economía.
¿Hay alguna similitud entre el escenario que le tocó afrontar con el que hoy enfrenta Hacienda?
“Creo que las principales similitudes son políticas y tienen que ver con un conjunto de partidos políticos que están actuando más para la galería que para el interés nacional y donde algunas actitudes lindan en lo ridículo. Por ejemplo, primero se dijo que la expansión del número de parlamentarios no tenía costo, ahora se habla de $15 mil millones. No se ve reacción para abordar ese tema, cuando la solución podría ser exigir que los fondos para asesorías parlamentarias se usaran para ese fin, o no utilizar fondos del Congreso para viajes de carácter partidista”.
“El contexto económico no es comparable. En 2008-2009 vivimos la principal crisis económica del planeta desde la Gran Depresión de los años 30, colapsaron no solo las economías europeas, también toda Norteamérica, Japón, China, Asia emergente y buena parte de América Latina. Ahora que se están sincerando las estadísticas en Argentina, las nuevas autoridades concluyeron esta semana que en lugar de haberse expandido en 2009, la economía argentina se contrajo un 6%, lo que revela la profundidad de la crisis. Lo de hoy es muy serio y el escenario para Chile es adverso, pero no tiene comparación”.
¿Cómo ve la situación de la economía chilena?
“Este va a ser el tercer año de un crecimiento en torno a 2% o menos y hay consenso en que el año que viene no será muy distinto. Cuatro años de crecimiento levemente por debajo de 2% es un desempeño muy inferior a cualquier período comparable desde el retorno a la democracia y eso es una realidad en el bolsillo de las personas”.
“La otra realidad dolorosa es el aumento de la cesantía. Es un muro que está hace tiempo con cual el Gobierno chocó y las consecuencias las están pagando los más de 587 mil chilenos y chilenas que no tienen empleo y la van a pagar aquellos ciudadanos que probablemente, al menos en lo que queda de este invierno, también perderán sus trabajos. Las encuestas nos dicen que hay más personas con temor a perder el empleo. Por tanto, desde el punto de vista del crecimiento y el empleo que tocan la vida de la gente, la situación es extremadamente difícil y lo seguirá siendo”.
¿Le sorprendió el apoyo del ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, al veto de la reforma laboral?
“No sé quién apoyó qué, porque son especulaciones que muchas veces se basan en trascendidos que no se sabe de dónde vienen. Tampoco me gustan las discusiones de si tal ministro habla más fuerte o golpea la mesa, los comidillos políticos son inconducentes. Lo que sí, creo que el veto es desfavorable al empleo y especialmente para quienes más lo necesitan, las mujeres y jóvenes”.
“El dato básico es que especialmente a las mujeres populares les cuesta compatibilizar la búsqueda del empleo con la vida familiar, y que aunque a muchos jóvenes les gustaría costear sus estudios trabajando, eso prácticamente es imposible con el actual Código Laboral. La idea de avanzar en pactos de adaptabilidad de horario, turno y jornada estaba contenida en el proyecto de ley y ese aspecto ya no está. Por lo tanto, la reforma quedó más bien en el limbo, exactamente cuando el empleo se está debilitando, la cesantía está subiendo y el pato lo están pagando las familias”.
¿Se sintió escuchado por la Presidenta durante su gestión en Hacienda?
“No creo que las interpretaciones de quién conversa más, quién tiene más acceso o quién sea más escuchado, sea especialmente útil. El ministro de Hacienda siempre tiene una labor ingrata y siempre está sometido a muchas presiones. Creo que el ministro Rodrigo Valdés está haciendo un esfuerzo muy grande en circunstancias que son muy adversas. No solo por los aspectos internacionales, sino porque le toca lidiar con una coalición de partidos políticos que está en avanzado estado de descomposición y donde se ha intensificado la propensión a gestos populistas que a un puñado de parlamentarios le valen 15 minutos de fama o una aparición en los titulares”.
¿Se vio usted presionado para subir el gasto fiscal al aproximarse las elecciones, como hoy se ve la presión sobre Hacienda?
“En los meses previos al presupuesto, los partidos siempre intentan un cierto chantaje pidiendo cosas que si no se las conceden, amenazan con boicotear los proyectos de ley del Ejecutivo. Pero son amenazas que no tienen credibilidad porque en el presupuesto, la iniciativa exclusiva es del Ejecutivo”.
“No imagino a partidos de la Nueva Mayoría -quizás me equivoque- incurriendo en lo que hizo la UDI en 2009 amenazando con echar abajo el presupuesto de educación. Por lo demás, fracasó en su intento. Dicho de otra manera, si hay una fortaleza de Chile que se ha mantenido en todos los gobiernos, es que la conducción de las finanzas fiscales ha sido ordenada, más allá de las actitudes demagógicas de ciertos líderes partidistas”.
¿Ve entonces espacio para que Hacienda mantenga la disciplina fiscal?
“En Chile, la política fiscal no se guía por los rumores de un partido, de un gobierno ni de un ministro, sino por una regla cuyos parámetros están claros. En sus 15 años de operación, todos los gobiernos se han ceñido a esa regla y no tengo dudas de que seguirá siendo así, aunque a algunos en el Parlamento no les guste.
¿Es una opción usar los fondos soberanos como proponen parlamentarios del PS y como usted lo hizo?
“Es una propuesta basada en una lectura errónea. Los fondos se usan cuando los mercados de capital se cierran. En 2009, Codelco no podía ejecutar su programa de inversiones porque los mercados de capital estaban clausurados. El Banco del Estado emprendió un plan de préstamos de emergencia a las pymes con capitalización del Estado. Hoy, los mercados están abiertos, y las tasas de interés, en sus mínimos históricos para Chile”.
¿Qué opina de la idea de Landerretche de financiar Codelco con recursos de la Ley Reservada del Cobre?
“La democracia está al debe desde el 11 de marzo de 1990 en acabar con la injusta, arcaica y poco transparente Ley Reservada del Cobre. No entiendo cómo el Gobierno no ha aprovechado la actual coyuntura política, en que hay creciente conciencia en la opinión pública respecto a lo mala que es esta ley, para decir que hay un proyecto que data del primer gobierno de la Presidenta y que yo firmé como ministro de Hacienda”.
“Siempre ha habido una bancada militar en el Congreso que es transversal a todos los partidos y que no quiere cambiar esta ley, pero se puede apelar a la opinión pública como primer paso, porque no tiene ningún sentido que Codelco siga entregando 10% de sus ingresos, con muy poca fiscalización de los destinos de esa plata para comprar armamento, cuando Chile tiene urgentes necesidades en materia de salud y de pensiones. Tampoco tiene sentido que el Gobierno siga hablando de gratuidad en la educación para grupos acomodados, cuando en el Sename mueren niños por falta de recursos”.
¿Cuál es el límite de expansión del gasto fiscal para 2017?
“Es una discusión ociosa; el límite lo pone una regla definida a través de un conjunto de ecuaciones que son monitoreadas por un consejo asesor fiscal independiente. Si la regla dice que el gasto tiene un tope, ese es el techo, ni una décima más ni una menos”.
En su último año de gestión, el gasto fiscal subió 16,5%, ¿cumplió la regla?
“Por supuesto que sí”.
¿Aun cuando la revisión que hizo luego la comisión Corbo determinó que el déficit estructural fue de 3% del PIB?
“Hay aspectos técnicos donde hay criterios distintos, que tienen que ver con cuál es el tratamiento de los gastos en materia de intereses y si se debe o no hacer un ajuste en los intereses y su desviación respecto a la tendencia. Distintos economistas pueden tener distintas visiones, pero no cabe duda de que al final del gobierno de la Presidenta Bachelet, Chile tenía la situación fiscal más sólida y más holgada que nunca en su historia”.
¿Seguirán bajas las tasas de interés por el Brexit?
“Han estado bajas por un tiempo prolongado y seguirán así por un tiempo más prolongado aún. En el mundo hay exceso de ahorro sobre inversión porque la gente está envejeciendo y, especialmente en Asia, ahora más para su vejez, y por otro lado la inversión cae por incertidumbre y otras razones. Eso significa que la tasa de interés real en el planeta es más baja que hace 10, 20 o 30 años. La implicancia buena para la familia en Chile es acceso a créditos de bajo costo para adquirir una vivienda o para financiar una pyme, y la implicancia negativa es que en el país las pensiones ya son menores, ese problema se va a agravar y la gente lo está sintiendo”.
Si usted llegara al gobierno, ¿qué corregiría de las reformas de la actual administración?
“La reforma tributaria dio lugar a un sistema demasiado engorroso y eso lo dicen los expertos que deben ponerla en práctica, la burocracia y la complejidad nunca son buenas para la inversión. Lo segundo es la reforma laboral, que no es buena para el empleo, hay cambios posibles para pasar desde la confrontación a la colaboración entre empresarios y sindicatos”.
“En tercer lugar, las cifras indican que el proceso constituyente convocado por el Gobierno fue un fracaso rotundo, participaron menos del 0,5% de las personas, lo que cuestiona la legitimidad de cualquier conclusión que de ahí pueda venir. Es hora de que el Gobierno abandone el falso dilema entre nueva y vieja Constitución y vea cambios. Hagamos mañana el cambio de elegir los intendentes, o que cuando un parlamentario renuncia no sean los partidos los que lo reemplacen a dedo; hagamos mañana el cambio de reconocimiento de los pueblos originarios”.
“Los ministerios de Hacienda y de Economía y la comisión que lidera Joseph Ramos han hecho propuestas buenas en materia de productividad e innovación. El problema es que no se ve prioridad en la agenda oficial, cuesta imaginar que el Gobierno esté dispuesto a pagar costos políticos para abrir el cabotaje marítimo para bajar los costos del transporte”.
“El Gobierno tiene que dejar de actuar como vocero de intereses especiales. La reforma laboral fue hecha a la medida de la CUT, que representa a 1 millón de trabajadores y en Chile son ocho millones”.
“Se ha intensificado la propensión a gestos populistas que a un puñado de parlamentarios le valen 15 minutos de fama o una aparición en los titulares”.
FUENTE: El Mercurio, edición impresa, domingo 3 de julio 2016.