Mariana Aylwin regresa a la primera línea

Está dispuesta a ser senadora y hasta presidir la DC con tal de defender ciertos principios que para ella son fundamentales y que siente que la Nueva Mayoría y su propio partido han pasado a llevar. Mantiene sus críticas a la reforma educacional —“que aumentará la desigualdad”, asegura— y cree que es el momento de que la Falange defina su continuidad en la Nueva Mayoría o arme otro referente.

De estar a punto de ser expulsada de la Democracia Cristiana el 2014 —por criticar al partido, a la reforma educacional del gobierno y por apoyar la entonces candidatura de Andrés Velasco—, hoy Mariana Aylwin figura no sólo como la mejor evaluada de la DC (27%), según la última encuesta CEP. También está entre los elegidos de su colectividad para apoyar la campaña municipal y dice estar disponible, además, para un cargo senatorial por Arica y hasta para presidir el partido. “Genero adhesión”, asegura.

Por lo visto, la ex ministra pretende recuperar el terreno político que dejó a un lado durante años en que estuvo dedicada a temas educacionales con la Fundación Oportunidad—que desarrolla proyectos municipales— y como directora de la Corporación Aprender que tiene a su cargo dos colegios sin fines de lucro.

Su arremetida, dice, obedece a la necesidad de defender principios que para ella son importantes —como el aporte del mundo privado—, y que la Nueva Mayoría (NM), con gran parte de la DC incluida, ha satanizado y pasado a llevar.

Mariana cree que la alta valorización que actualmente tiene es por su posición crítica y por atreverse a sacar la voz. “Represento a un sector de la ciudadanía que votó por la Concertación, por Michelle Bachelet, y que hoy, sin embargo, se siente decepcionado y rechaza las reformas porque tienen al país estancado, confrontado. Hay un vasto sector que anhela unidad, pide se hagan las cosas bien, considerando nuestra realidad y no los sueños de unos pocos”.

A pesar del rechazo, el gobierno no da señales de variar de rumbo.

Noté un cambio con la reforma previsional. De manera inédita, la Presidenta dijo que se escuchó a la gente, presentó propuestas, planteó hasta donde se podía avanzar, se mostró disponible al diálogo y a construir un acuerdo amplio. Eso es nuevo; un giro esperanzador, aunque la reforma educacional sigue con urgencia. Ella siente que tiene que cumplir todos los compromisos que asumió, pero en política es importante la flexibilidad; las cosas cambian tan rápido, el mundo de hoy es tan incierto y las sociedades tan complejas, que los políticos deben ser versátiles, adaptarse y cambiar incluso de opinión. Los chilenos sienten que le prometieron cosas irrealizables, por qué no asumirlo. Por último, aceptar que la situación económica es distinta y dividir, por ejemplo, la reforma y trabajar la superintendencia, subsecretaría y gratuidad por separado, ¡ son proyectos enormes!

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Algunos acusan ceguera situacional de la Presidenta y de su entorno.

En política hay que ir auscultando y no ponerse a la cola de los movimientos sociales, porque las situaciones van cambiando. La Presidenta es inteligente, sensata, ojalá rectifique.

Sus críticas a La Moneda le han dado dividendos pero, ¿no es deslealtad hacerlas públicas considerando que usted también es parte?

En absoluto, la política se hace de frente a la gente. He reflejado el pensamiento de muchos que saben de educación y defendido principios que para mí son importantes y que la NM y parte de la DC han pasado a llevar, como la importancia del rol del mundo privado en todos los ámbitos. La tendencia de la NM es una alta valorización del Estado y una mirada del mercado como el causante de todos los males, cayendo en descalificaciones a profesores, padres y sostenedores. Una injusticia; este país le debe mucho a la educación privada.

¿Por qué siguió militando entonces si ni su partido ni el gobierno la representan?

Me parece que uno debe pelear las causas dentro del mundo en que se ha movido siempre, a pesar de los ataques. La política es dura, a mi papá lo trataron tantas veces de derechista, golpista, que ya tengo el cuero curtido.

¿Su intención de presidir la DC tiene que ver con seguir defendiendo principios?

No es que tenga ganas de presidirla, sí creo que llegó el momento de tomar decisiones. Hay quienes estiman que debemos continuar con la NM y otros que pensamos que debemos formar algo distinto. En ese escenario, si mi nombre crea consenso —como dijo Lagos—, no me voy a restar. Defenderé mis ideas donde sea necesario, ¡eso lo tengo claro!

Da la sensación de que en este regreso está dispuesta a todo.

Cuando tienes vocación política, te importa lo que pasa en tu país e intentas influir de alguna manera. En este contexto, la DC tiene que generar una propuesta que interprete a ese mundo que no se siente representado en la NM, que cree en la democracia con diálogo, que no desprecia el crecimiento económico y valora la participación del sector privado. Debemos construir un diagnóstico común sobre los principales problemas del Chile de hoy y de mañana. En el partido, los diagnósticos son muy distintos; mientras para unos somos una sociedad neoliberal, perdida en el consumismo que hay que salvar, otros consideramos que el modelo ha traído beneficios a la gente y producido modernización que, por cierto, hay que encauzar.  

Dos visiones irreconciliables.

Tendremos que definirnos y ahí se verá qué pasa. Si me dicen que el camino será profundizar las reformas, estatizar el agua y Codelco, terminar con las AFP, isapres y concesiones, yo no estoy en eso. Tenemos que ver hacia dónde quieren ir la mayoría de los demócratas cristianos y poner fin al famoso cuoteo, por el cual terminamos desunidos y con pérdida de poder para influir. Muchos se cegaron con la popularidad de Michelle Bachelet y quisieron asegurar sus cuotas de poder. La DC debe crear un nuevo referente, ampliar el centro político y salirse de la Nueva Mayoría. Es realismo político, porque si la NM tiene 8% de apoyo, significa que la gente no quiere su continuidad. Miremos a Ciudadanos, movimientos nuevos, independientes; una alianza equilibrada en que el centro pese igual que la izquierda. Hay deseos de ver caras nuevas, gente limpia de corrupción.

“Soy modesta”, responde Mariana cuando se le consulta si tiene ‘muñeca’ para dirigir un partido. “Tengo experiencia con que puedo aportar. Genero adhesión; también rechazo porque defiendo mis ideas, pero la política consiste en ponerse de acuerdo, lo que también hoy está satanizado”. Sobre su posible llegada al Senado, confiesa que le da terror. “Es muy expuesto, ingrato, les tengo un respeto enorme a las campañas. No está fácil tampoco, los cupos que hay son reducidos y hay muchas cuerdas para pocos trompos. Además, no lo siento tan atractivo… Postularía, solo porque me importa lo que está pasando y el Senado es un lugar donde puedes influir”.

¿Siente la responsabilidad de continuar con el legado de su padre?

No, reivindico su legado, pero no a través de una carrera política personal. Con mi familia estamos creando una fundación precisamente para destacar su contribución y que los jóvenes desconocen. 

El día del funeral de su padre, dio la sensación de que Carolina Goic se adjudicaba su legado.

Mientras más personas lo hagan y se sientan herederos, ¡mejor! El legado de mi padre tiene que ver con las necesidades actuales de unir a los chilenos, construir proyectos comunes, dialogar. El luchó por la democracia, justicia social y fue realista al ubicarse en los distintos contextos. Mi camino va por contribuir a que la sociedad chilena siga avanzando por una senda en que haya gobernabilidad, respeto a las instituciones, crecimiento económico, participación de la sociedad y nuevos liderazgos. Que el tema hoy sea Lagos-Piñera es un mal signo. La popularidad de la Presidenta jugó en contra de nuevos líderes y los partidos solo se han mirado el ombligo.

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¿Por qué cree que Ricardo Lagos adelantó su candidatura?

Tenía una presión enorme para que se definiera. Me parece bien, va a clarificar el panorama ante la ausencia de liderazgos claros.

Para muchos, puso fin al gobierno de Bachelet, pudiendo caer éste en la ingobernabilidad.

La NM está muy desordenada y es inevitable que en el próximo tiempo, con nuevas candidaturas, el gobierno pierda poder y este empiece a trasladarse a los candidatos a presidente y al Parlamento. Se vienen tiempos difíciles para La Moneda, por lo que deberá ser más modesta en sus aspiraciones respecto a las reformas que está discutiendo.

¿La DC debiera alinearse con Lagos ante la ausencia de nombres que le hagan el peso?

Lo primero es tener claro qué quiere y luego qué le va a proponer al país. Creo que no podemos renunciar a tener un liderazgo propio; están Jorge Burgos, Ignacio Walker, Carolina Goic, sin embargo, no descarto el apoyo a Lagos. Eso sí, no será llegar y alinearse. Debemos fortalecer nuestra identidad y después ver qué es lo mejor para que nuestras ideas tengan viabilidad. No podemos repetir la experiencia de ir a una primaria en un conglomerado donde perderemos y sin tener claro qué queremos proponer.

¿Podrá Lagos cautivar a ese 62% que aún no tiene candidato presidencial?

Difícil, porque ese mundo desafectado piensa en una renovación. Pero si él tomó la decisión, no fue por un deseo personal sino por las circunstancias del país. Hay que generar una propuesta que saque a Chile de esta crisis que a mi juicio, es una crisis de crecimiento que este gobierno no supo interpretar, y que enfrentó intentando cambiar todo de raíz, partiendo de cero. 

¿Y cómo revertir el nivel de desconfianza que existe?

Hablando con la verdad, diciendo lo que se puede y no hacer, y dejar de seguir prometiendo imposibles como la gratuidad universal. La ideología permeó la política del gobierno en educación por lo menos, e instaló un nuevo paradigma de derechos universales garantizados para todos y por el Estado. La política requiere de los movimientos sociales, pero no pueden ser una misma cosa. Tiene que articular intereses distintos, ser capaz de encauzar las demandas, jamás ponerse a la cola de ellas, y así seguir progresando, sin arriesgar lo avanzado. Estoy convencida de que la brecha de desigualdad en educación aumentará. Muchos colegios están achicándose y convirtiéndose en particulares pagados, mientras que las universidades que no querrán o no podrán cumplir con las normas de gratuidad se transformarán en entidades de súper elite. Y si en las estatales los recursos van a la gratuidad y no la investigación o a la ciencia  —como está ocurriendo—, la Universidad de Chile corre el serio riesgo de bajar la calidad de su educación. 

FUENTE: Revista Caras, edición digital ; Ver acá