Para el también asesor de senadores DC, nadie de la NM pretende frenar la iniciativa, aunque advierte que en este minuto es “complejo” llegar a acuerdos. Insiste, además, en la idea de reponer las polémicas “adecuaciones”.
Al menos dos batallas decisivas deberá sortear el proyecto de reforma laboral en marzo: un acuerdo interno en la Nueva Mayoría y el despacho del texto a más de un año de tramitación. Esto, pese a los esfuerzos del gobierno por consensuar nuevos ajustes con un ala de senadores de la Democracia Cristiana (DC), la que al final optó por mantenerse firme al menos en la idea de reponer la polémica indicación de “adecuaciones necesarias” en caso de huelga.
El ex director del Trabajo (DT), Marcelo Albornoz, asesora a senadores de la falange y asegura que “es complejo el acuerdo, porque las visiones que existen en los temas críticos son bastante distantes. Marzo será nuevamente un mes en el cual se van a rediscutir los temas críticos en términos de jugar con nuevas propuestas”.
– ¿El proyecto laboral se “frenó” al no respetarse el acuerdo previo de los senadores oficialistas de aprobar las “adecuaciones” en caso de huelga?
– Nadie de la Nueva Mayoría pretende frenar el proyecto, porque hay un compromiso político que ha sido entregado por todos. El presidente del partido, Jorge Pizarro, ha sido tremendamente categórico en que el partido está por sacar un proyecto de reforma. En este tema, hablar de responsabilidades o de intenciones de freno, no da cuenta de la realidad.
– ¿Qué se estaría barajando en cuanto a ajustes en huelga tras la caída de las “adecuaciones necesarias”?
– El desafío más importante es conjugar el interés de que se reponga la indicación original, con una fórmula que mantenga -más que el espíritu- la regulación exacta del tema del reemplazo con la redacción del nuevo texto.
– ¿Cómo se demuestra que el concepto “adecuaciones necesarias” no terminará por perforar la huelga?
– Esta aspiración de borrar cualquier tipo de reemplazo interno va más allá de lo que el propio gobierno comprometió en su programa. En consecuencia, las adecuaciones necesarias era una frase que, sin ser tampoco 100% precisa, sí reconocía esta cuota mínima de maniobra que debía dejársela al empleador para afrontar una huelga; y no llegar al extremo de que cuando se declara la huelga, eso significa que hay que cerrar las cortinas.
Nadie está discutiendo afectar la huelga, pero pretender que la huelga se transforme en una paralización total de la operación de una empresa, es un extremo que debiera revisarse. Por eso que el concepto de adecuaciones necesarias contribuía a que estos ajustes acotados pudieran cumplirse. Si le quitamos todo tipo de facultad y solamente nos quedamos como está el proyecto en el tema del cambio de turno, se podría llegar al extremo que la huelga se transforme en un cierre. Eso no es el espíritu que se pensaba en el programa de gobierno.
– En cuanto huelga puede existir un acercamiento, pero en extensión de beneficios habría mayor distancia.
– El equilibrio que hay que buscar es justamente el de garantizar lo que está en el programa, que es asegurar o entregar los beneficios a través de la sindicalización, pero también reconociendo una gran realidad que existe en Chile, que lo que prevalece es la extensión automática. Es decir, cuando la cobertura vía extensión de beneficios que existe hoy supera enormemente la extensión vía negociación -lo cual hay que corregir-, estamos dando cuenta que la discusión a veces pierde un poco el sentido de la realidad.
La subcontratación en Chile es una realidad, es una actividad que ha contribuido al dinamismo económico. Por lo tanto, pretender que una huelga también afecte al funcionamiento de una empresa que no tiene que ver con los trabajadores de esa contratista, es un tema que debiera reponerse en los mismos términos. Ahí hay un tema que es bastante importante.
– ¿Hay materias que quedarán obligadamente para ajustes posteriores?
– No hay que dejar nada pendiente, porque en materia laboral la historia confirma que no hay vuelta atrás. Esto no es como la reforma tributaria que uno puede hacer ajustes, porque el sistema técnicamente no funcionó bien. Este es un tema que tiene otro carácter, por lo tanto, nadie podría responsable ni criteriosamente pensar que hay que dejar cosas para ver más adelante.
Hay que sacar un buen proyecto, que se instale en el tiempo, que se consolide y que realmente cuente con el respaldo mayoritario.
– Pero ha trascendido que habría cierto nivel de consenso en reducir de ocho a seis el plazo de vigencia de la nueva ley.
– Los plazos de vacancia no pueden ir de la mano de cuánto se atrasa un proyecto, sería un error, los plazos de vacancia tienen que ver cómo el propio gobierno y los privados se preparan y hacen los cambios necesarios para hacer una buena etapa de cumplimiento. Sería un error pensar que el proyecto, como va a pasar para marzo, ahora hay que colocar seis meses.
La DT tiene una enorme tarea con esta futura ley. Tiene un desafío de lograr recursos necesarios. Por ejemplo, la calificación de los servicios mínimos es una calificación técnica. Necesita capacitar las direcciones regionales que van a ser las primeras instancias de calificación…Ocho meses me parece una buen cifra y, además, hay otros proyectos que están comprometidos en el programa.
– Tras el despacho, ¿cuáles serían los proyectos laborales que debieran comenzar a discutirse?
– Es un tema pendiente discutir algunos aspectos de negociación en el sector público. Este tiene una dinámica bien peculiar, porque no tiene reglas de negociación, pero sí se han ido construyendo reglas de negociación por la vía de la práctica. Lo que sí hay que abordar con rapidez es el tema de las huelgas en el sector público.
Lo mejor que podría suceder y que debiera buscarse es que, una vez aprobada la reforma laboral y una vez publicada la ley, nos preocupáramos de una buena implementación.
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