La discusión del proyecto de ley que disminuye la jornada laboral de 45 a 40 horas es un tema de interés para el conjunto de la ciudadanía y su resultado tendrá consecuencias relevantes para el futuro del país.
Este es un proyecto que afecta al 85% de la fuerza laboral y en una proporción similar a los jóvenes que se incorporarán en el futuro al mundo del trabajo, tiene incidencia en nuestra capacidad productiva futura y en las condiciones laborales y familiares de la mayor parte de la población. Su envergadura e impacto es de la misma dimensión que las reformas tributarias, de pensiones y del sistema de salud que se discuten hoy en el parlamento, lo que nos obliga a fundarlas en sólidos fundamentos técnicos y a determinar las consecuencias, tanto positivas como negativas que tendrá su implementación y resultados.
La experiencia nos indica que los proyectos que se aprueban o implementan de manera inadecuada tienen graves efectos en la población y son muy difíciles de revertir, el caso del Transantiago es un buen ejemplo de aquello a pesar de que sólo afectó a la región metropolitana. Al contrario la reformas que se aprueban con apoyo técnico, respaldo político y social y con una transición y gradualidad adecuada son bien recordadas por la población, por ejemplo la reforma procesal penal y el plan auge.
Los proyectos actuales de rebaja de las horas máximas de trabajo, tanto el del gobierno como el del PC, y la forma en que se ha planteado la discusión, nos hacen temer un mal resultado. No existen estudios serios que los respalden, no ha habido diálogo real respecto de ellos y su implementación y gradualidad se toma como un aspecto de segundo orden.
No nos oponemos a debatir y a legislar sobre el tema, pero las políticas públicas se deben hacer seriamente y bien. No le hace bien a nuestra democracia y a la imagen de nuestra clase política debatir de esta manera proyectos tan importantes para el futuro del país.
No basta con tener buenos deseos y objetivos, se deben construir caminos y formas adecuadas para obtenerlos. La liviandad con que se ha enfrentado esta discusión es de tal magnitud que de manera inédita la máxima autoridad del Banco Central ha tenido que opinar sobre los cuidados que se debe tener en el debate y en lo que se apruebe para que se cumplan sus objetivos de mayor productividad y bienestar laboral.
Aún es tiempo de reponer un debate razonable, que complemente los antecedentes técnicos con los adecuados consensos políticos y sociales, la gradualidad y flexibilidad necesaria en su implementación y los tiempos adecuados para implementar la rebaja en la jornada laboral.
Queremos aprovechar de recordar la buena política que nos enseñó el ex ministro y senador Edgardo Boeninger, quien nos dejó hace ya 10 años. Siguiendo su ejemplo, es que creemos que aún es tiempo de reponer un debate razonable.
El gobierno debe cumplir su rol de conductor y la oposición, que es mayoritaria en el parlamento, debe actuar pensando que el día de mañana también puede ser gobierno y por la tanto legislar con una mirada de largo plazo que nos garantice el progreso.
Septiembre 2019.