Reforma Educacional y Democracia Cristiana

Una educación con sentido social, libre y pluralista es constitutiva de la esencia de ser DC. Fue una de las grandes preocupaciones de todos los  gobiernos encabezados por demócratas cristianos desde Frei Montalva.

La democracia cristiana nació como una alternativa entre el socialismo estatista totalitario y el capitalismo egoísta que hoy rechazan amplios sectores de la sociedad nacional, especialmente jóvenes. Por eso siempre se ha opuesto a la prevalencia de un mercado completamente desregulado y también ha planteado la necesidad de límites a la propiedad privada. Pero así también ha rechazado el estatismo socialista, especialmente en temas valóricos como la educación.

La DC debe tomar esto como una oportunidad para revitalizar su identidad y acercarse a la clase media – su grupo de referencia más propio – evitando que el partido se vea afectado por la desafección ciudadana en curso.

No es casual que la gran mayoría de los  apoderados y sostenedores de colegios subvencionados sean simpatizantes demócratas cristianos. Para una madre de clase media enviar a sus hijos a ese tipo de colegios era lo natural. Y para una persona de espíritu DC, interesado en el desarrollo del país con justicia social y creyente en el sentido social de la propiedad, nada podía calzar más con sus valores que invertir en formar colegios para grupos pobres en Maipú en vez de colegios particulares en zonas más acomodadas.

El medio escogido por el actual Ministro y sus asesores para poner fin al lucro tiene demasiados parecidos con malas políticas públicas a lo largo de la historia reciente de Chile. Autoridades y parlamentarios serios y estudiosos de la historia deberían estar conscientes de la magnitud de las heridas emocionales y las consecuencias sociales y políticas nefastas que este tipo de reformas puede dejar. Hay varias alternativas mejores.

La Democracia Cristiana necesita hacer oír su voz. Usar como criterio rector de su acción lo que ha sido su norte en toda su historia: el encuentro de un equilibrio entre lo privado y lo público, entre mercado y estado, entre libertad y regulación, entre lo inmediato y lo gradual.

La DC nunca se ha opuesto a hacer reformas, sino a los cambios extremos e infundados,  como los que se han estado haciendo ahora,  que tienen riesgos demasiado altos de no funcionar y están siendo rechazados por grandes sectores de la ciudadanía.  En el fondo se trata de hacer en el ámbito educacional una transición como la que lideró la DC y Patricio Aylwin para alcanzar la democracia y para pasar del neoliberalismo económico al desarrollo con equidad de la Concertación. El papel articulador y moderador  de la Democracia Cristiana sigue teniendo hoy plena vigencia.